Por fin ha llegado el frío
y ya pedimos gritando
que vuelva por donde vino…
y añoramos el verano.
«Si es que Miguel Strogoff
se ha presentado en Correos
y ha dicho el nota que no
va a repartir ni un boleto».
«Estornudé esta mañana
yendo montado en la moto
y cuando llegué a mi casa
se había congelado un moco».
«Cuando salí de mi casa
en lugar de a mi vecino
me encontré, leyendo el Marca
en el portal, a un pingüino»
Eso se oye por las calles
mientras se frotan las manos
pidiendo por Dios que pase
y que vuelva ya el verano.
Pero no nos engañemos
que cuando llega el verano
y sin que nos lo esperemos
tenemos cuarenta grados,
añoramos el invierno
como si fuera un regalo.
Y es que el hombre siempre quiere,
desde que pobló la Tierra,
aquello que ahora no tiene…
y si lo tiene, le pesa.